POR MI VENTANA

Mi siempre amable y respetado lector.Te voy a tomar de la mano e invitarte a seguirme con tu enriquecida imaginación al lugar de mis pensamiento: mi ecosistema. Así, cuando observo a través del marco de la ventana de mi alcoba, desde el obscuro interior, puedo atisbar un exterior pleno de luz. El contraste es fascinante; un claro-obscuro de carácter medieval.  Me sorprenden las distintas tonalidades de las verdes hojas, desde los tonos brillantes , hasta los opacos; hojas llenas de vida de rica circulación entre sus múltiples venillas. La clorofila absorbe con avidez los rayos solares y el bióxido de carbono se intercambia por el oxígeno en la superficie de las hojas. Hojas grandes y pequeñas, de superficies lisas o rugosas, de bordes festonados, lisos, ondulados. Le enredadera domina la pared frontal y las grandes y vistosas flores anaranjadas de la planta «ave del paraiso» ocupan el primer plano de luz del marco de mi ventana. Observo maravillado y atento, cada mañana, desde la confortable obscuridad de mi rincón ese regalo que me ofrece gratuitamente la madre naturaleza. Pronto, y tan solo por unos segundos, aparece en escena un minúsculo colibrí  de acelerado aleteo, urgando con su largo pico el corazón de la exquisita flor. Allá al fondo, un gran árbol dibuja sus fortalecidas ramas , sobre el claro azul de un cielo limpio y sereno.  Me penetra un olor a vida y a naturaleza. El árbol, cariñoso, extiende sus brazos para dar su sobra a la pequeña y redonda mesa del patio. Mas acá, en un segundo plano una hamaca puentea , tomada de una de ls ramas del árbol mientras de su otro extremo se prende a una alcayata que, temerosa se esconde entre las tupidas hojas de la enredadera. El estrecho corredor lateral, limitado de un lado por las jardineras y del otro por la presencia de grandes piedras lisas y redondas traídas de un río, se encuentra tapizado por otras muy pequeñas y de múltiples tonalidades, formando parte del escenario. Estas pequeñas piedras se agitan y murmuran con mil vocesillas al roce de los pies de mi compañera. Ella parece flotar al caminar, y con sus ojos entornados para protegerse del abrazo de los rayos solares, se dirige a no se donde, formando, sin saberlo, parte del paisaje mientras de una alta rama de nuestro árbol del patio es atentamente observada por una curiosa y tranquila iguana vestida con un traje de un brillante verde limón. Saurio sobreviviente de épocas prehistóricas; reptil héroe por sobre el tiempo y la distancia. Bello animal que se aprecia seguro de ser parte de un espacio donde no ncesita temer por su vida. La hamaca por momentos se mece, movida por las manos invisibles de un retozón vientecillo primaveral que alegra tanto las hojas como el cabello de ella. Inquietos pájaros negros revolotean  con alegría introduciendo su obscura cabeza entre la enredadera, quizá en busca de algún insecto o tan solo para sentir la caricia de las hojas. Sus graznidos aumentan de intensidad una vez que , desde el gran árbol de la calle, se deslizan a través de un invisible tobogán de viento. Locos y disparatados repiten su ir y venir del árbol a la enredadera y logran fácilmente contagiarme de su alegría. La iguana los mira con serenidad. Sus siglos de vida le dan esa majestuosa parsimonía. Es un ser que logra estar sereno, atento y a la vez alerta.

No escucho voces de seres humanos, ni de aparatos de radio, televisión o celulares. Solo alcanzo a reconocer esa vocesilla interior de mi propio soliloquio  que refuerza mis  pensamientos de agradecimiento al beneplácito nacido del obsequio cotidiano que me ofrece la naturaleza. Me extasía ese cuadro de luz y vida donde conviven con respeto seres humanos, plantas, animales y la vida emanada de la tierra misma. La clorofila y la hemoglobina ¡¡ que combinación !!. Durante esos minutos temo, amable lector, mover aunque sea un solo músculo y que ese movimiento sea un grotesco ruido que haga  huir a los pájaros, a la iguana, a ella, a la brisa, las plantas, las flores, árboles, cielo y al mismo sol y que mi ventana solo me demuestre un semidesértico lugar que, como los labios partidos del sediento, estuviese conformado por tierra seca y agrietada, de raquítica vegetación y algunos sobrevivientes adaptados a la extrema sequía. Lugar de erosiones donde algunos arbustos espinosos ruedan  perseguidos por el viento y algunas cactáceas se mantiene rígidas , negándose a morir. Este paisaje me recuerda el que observé a través de la ventana de un viejo  hotel, de un viejo pueblo allá en alguna zona del bajío de mi país.

Temo, por segundos algo peor; – que tan solo el movimiento de mis párpados o la agitación de mi respiración  hagan desaparecer todo este mundo mágico y den lugar a las dunas de arena de un desierto. Dunas que coquetean con su ondular movimiento.Artimañas, al fin, de la veleidosa dama del desierto que con su curvilínea forma nos invita a penetrarla e iniciar un viaje sin retorno.

Con un decidido esfuerzo me deshago de esos temores y exclamo ¡¡ Ahhhhh !! que dieran mis amigos de esas zonas por tener una ventana como la mía, la de verdes y azules, de pájaros y reptiles, de olor a clorofila y a mar, de mujeres morenas de andar felino, de instinto tropical, de cara angelical, de abundante hemoglobina  en su sangre y melanina en su piel. Mujeres como mi compañera, que forman parte de un todo lleno de vida. De clorofila y hemoglobina.

Vivo a través de mi ventana el éxtasis de ser un » Juan Gaviota», un pez, una tortuga,  o tal vez un espíritu del monte o un parlanchín delfín.

Si tu mente, amable lector, ya no responde a las cosas bellas de la vida, si tu olfato no capta el olor a frescura de las plantas o dejaste de oír el murmullo de las agua cristalinas de un río….. no hables, solo sigue tu senda. Estas muerto y no lo sabes. Sigue de frente tu camino, tal vez algún día resucites, despiertes, reencarnes…. y entonces… te transfundiré hemoglobina para que pierdas tu pálido color, tu  rostro cadavérico se vuelva rosado, tus labios enrojecidos, tu mirada limpia y tu sonrisa vuelva y se dibuje plena en ese rostro que sabe amar y que siente placer por la vida.

Acerca de tzootz248

Médico egresado de la U.N.A.M. de la Ciudad de México D.F. Especializado en Cirugía general y Gastroenterología clínica. Master Coach en negocios con PNL Master Coach en Terapia Personal con PNM Escritor por afición.
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2 respuestas a POR MI VENTANA

  1. tzootz248 dijo:

    Solo hay, en mi recuerdo, una hormiguita. A la que admiro por su tesón y capacidades mentales. Ella camina por los surcos de la vida, sube montañas, cruza valles y disfruta de las mieles del árbol frutal. Constata, a cada paso que da, que sus acciones sean lúdicas. Ni las copiosas tempestades, ni las heladas, ni aún el calor de los desiertos la detiene en su proceso de andar, andar y andar. Infatigable pinta su camino y d-escribe sus hallazgos. No cesa de llevar amor en sus entrañas y ánimo en su mente. Por cierto un día viajó en un avión y surcó los aires de la imaginación y allí encontró, entre las nubes… un callejón sin salida….y lo que es peor, logró apreciar –no imagino ni como lo hizo– un mono en la despensa. Esta hormiguita, con ese ánimo estoy seguro que un día cruzará el gran charco y desde mi ventana la veré dialogar con el colibrí, con la iguana,con los pájaros juguetones y ¿por que no? subirse a mi árbol y deslizarse por las cuerdas de mi hamaca.

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  2. Contemplar, ¡qué fabuloso!
    Nada como la naturaleza y su terapia panteísta.
    El saurio lo sabe, pero no lo dice. Ni el colibrí (ni, por supuesto, las hormigas, porque también habrá hormigas por ahí por ese paraíso suyo, ¿no?)
    Gracias por dejarnos un ratito su hamaca.

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